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  • Foto del escritorJordi Bartra

Mi nuevo libro: "De relatos y confines"

Estoy orgulloso de presentar mi nuevo libro "De relatos y confines", en el cual llevo trabajando varios meses a raíz de la actual pandemia y el pasado confinamiento. Os adjunto la portada y la contraportada del libro, junto con uno de los relatos más breves de la obra, a modo de muestra. Se llama "El moco". Si estás interesado en adquirir el libro o tienes cualquier consulta al respecto, no dudes en dejarme un mensaje a mi correo personal o redes sociales. ¡Gracias por tu tiempo!






El Moco


Un hombre permanece recostado en la pared de una estación remota, circundada por campos de maíz y avasallada por un poderoso sol de agosto. No hay bancos donde sentarse, ni techo en el que ampararse. El hombre ronda la cuarentena de edad y cavila acerca de ello. En pocos días, dejará de ser un joven para convertirse en todo un señor. Su frente, antes algo húmeda, ahora chorrea cántaros de sudor salado. Levanta su brazo con tal de secarla y, en cuanto yergue su mano frente a sus ojos, cae en la presencia de un inesperado intruso pegado en su palma; una curiosa bolita amarillenta, que resulta ser un moco. Con el grácil empujón de su dedo índice, el hombre manda la secreción al suelo, a unos metros frente suyo. Mira a su alrededor, para asegurarse de que nadie lo ha visto, pero se halla completamente solo en ese lejano andén. Entonces le asalta un pensamiento inquietante y algo perturbador. ¿Y si el moco no es suyo? ¿Y si ya estaba en la pared, cuando recostó su mano en ella? Tal idea le repugna. Cualquier ocioso pasajero, puede haberse hallado en esa misma posición durante su espera, pudiendo haber dejado el disgustoso regalito. El hombre se pone a maldecir a todos los cochinos y cochinas de este mundo y, enzarzado entre improperios, se percata de la presencia de una mascarilla, que yace abandonada en las ardientes vías del tren. Siendo él de un pueblecito del interior, no está muy familiarizado con las eventualidades que azotaron las ciudades unas semanas antes. En su pequeña localidad, los únicos indicios del apocalipsis eran emitidos durante largas jornadas de televisión catastrofista. Nadie en su pueblo tenía mascarilla, pero hicieron del encierro y la distancia, una religión. Él y su madre, viven en una casa apartada del núcleo urbano, sin siquiera electricidad o agua corriente. Lo poco que él sabe acerca de la pandemia, se lo comunicó el cartero en cuanto la situación se normalizó un poco. Ahora, ante el simple hecho de pensar que la bolita de moco pudiera no ser suya, es invadido por un hondo pavor a contraer el virus. De súbito, siente su amenazadora presencia, y la incidente responsabilidad del desastre que provocará, si decide entrar a un vagón repleto de civiles sanos. En fracciones de segundo, piensa en cancelar su viaje, en volver andando al pueblo o incluso en saltar a las vías, con tal de evitar cualquier penalidad. El tren se acerca, con veinte minutos de retraso y a una velocidad endemoniada. Parecen escucharse los rumores de los niños dibujando formas en el polvo de las ventanas, los ronquidos de los abuelitos acomodados en sus asientos, ajenos a la inminencia del horror que se abalanza sobre ellos. El hombre está ansioso, alarmado, se imagina a sí mismo entre rejas, tras el estruendoso golpe de un martillo en un tribunal. El fin de su vida, tal como la conoce, llega en este amargo día. La bocina del tren resuena en señal de alarma, los frenos resoplan como toros embravecidos, las puertas se abren cual portones de una sombría morada, y en ese preciso instante, el hombre da un paso al frente, y decide acordar que el moco no es de otro, sino suyo.


Contacto: jordi.barsol@gmail.com

Twitter y Instagram: jordibs96

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