top of page
  • Foto del escritorJordi Bartra

Corren tiempos extraños

Corren tiempos extraños, al tic-tac de la histeria colectiva.

El temor al colapso económico y a los achaques de nuestros seres queridos, saquean el inconsciente de gran parte de la población. Resignados, solo nos queda el confinamiento como prevención a mayores daños. Algunos lo toman como unas vacaciones, ya sea por positividad o por la pura ignorancia del que no puede o no quiere ver más allá. Si algo veo claro, es que, bajo el paraguas permeable del sistema capitalista, todo lo que dejamos de producir y todo lo que dejamos de consumir, es una cuota que más adelante será duramente saldada con nuestro tiempo y nuestras rentas.

Pero ya nos preocuparemos de ello... En estos días de paredes, pitis en la terraza y largos paseos al perro, un temor prevalece al resto. Me refiero a algo tan presuntamente anodino como el miedo al aburrimiento, al cual ahora nos vemos abocados.

Actividades tan comunes como el quedar con un amigo, tomar unas cervezas o ir al cine, ya no pueden entrar en nuestros planes. Vivimos en un país social y en una sociedad a la que no gusta trabajar. Si antes teníamos libertad social y compromisos laborales, ahora es totalmente lo contrario. Ociosos, nos vemos condenados a dejar de ser productivos, y a dejar de ser sociables.

Entre la sobredosis informativa, abundan consejos sobre como superar este trauma colectivo que supone tener que quedarse en casa. Interminables listas de series, sorteos de suscripciones a Netflix y PornHub, stories plagados de video llamadas entre amigos, grotescos memes de supermercados y raves en los balcones.

Ante este pastiche de ofertas, me pregunto en qué momento desaprendimos a estar solos. Me pregunto también, cuándo fue que nos hicimos esclavos de nuestro ritmo de vida y pienso:

¿Qué es el aburrimiento sino un bonito incentivo a buscar nuevos estímulos?

¿Qué es el confinamiento sino la libertad a contemplar nuevos horizontes, o a revisitar aquellos que habíamos olvidado?

Ahora me pregunto, y os pregunto a todos vosotros:

¿Cuánto hace que no echáis esa partida de ajedrez con vuestro padre?

¿Cuánto hace que no pintáis acuarelas con vuestra madre?

¿Cuánto hace que los macarrones que comes no son un mérito compartido?

¿Cuánto hace que no abres ese polvoriento libro que siempre has pensado en acabar?

¿Cuánto hace que el ventilador de la terraza no funciona?

¿Cuánto hace que tu gato toquetea tu pierna para que juegues con él?

¿Cuánto hace que no contemplas las manchas de suciedad en el techo de tu habitación mientras deambulas por los recuerdos de tu infancia?

¿Cuánto hace que no abres esos álbumes antiguos, de cuando aun no había gigas que llenar? ¿Cuánto hace que no estudias algo por tu cuenta?

¿Cuánto hace que no escuchas la radio de tu vecino?

¿Cuánto hace que no llamas a tu abuela?

¿Cuánto hace que no escribes?

¿Cuánto hace que no creas?

¿Cuánto hace que…?

Y ahora, deja el móvil un momento y deja volar tu mente, mira a tu alrededor y date cuenta que esto no son unas vacaciones, pero que tampoco es una condena.

Vuelve a dejar el móvil y sigue siendo productivo.

Pero a tu manera.

3 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo

Comments


bottom of page